De la Victoria a la gloria
Hace DIesocho años –exactamente un 8 de diciembre de 1987- el mar de Ventanilla se llevó al plantel completo del club Alianza Lima que regresaba de Pucallpa abordo de un avión Fokker. Los íntimos vencieron en esa selvática ciudad al equipo local, el Deportivo Pucallpa, con gol de Carlos Bustamante, por el campeonato Descentralizado de ese año. En el trayecto de Pucallpa a Lima, el avión, que estaba a pocos minutos de aterrizar en el aeropuerto internacional Jorge Chávez, sufrió un serio desperfecto que obligó al piloto a hacer maniobras complicadas que provocaron que la aeronave se precipite sobre las aguas de Ventanilla donde los pasajeros –salvo el piloto, único sobreviviente- perecieron en cuestión de segundos. En el avión viajaban barristas, jugadores, dirigentes, cuerpo técnico, árbitros y miembros de la tripulación.
Han pasado diesiocho años y al pueblo peruano aún le cuesta creer cómo pudo suceder terrible tragedia –las más grande de nuestro país deportivamente hablando- en el mar de Grau. Y es que en ese avión viajaba una gran generación de futbolistas, en su mayoría jóvenes talentosos, que asomaban para conformar la nueva camada del fútbol peruano, tan venido a menos por estas épocas escasas de bonanza. Ni qué decir de la lamentable desaparición del maestro Marcos Calderón Medrano, experimentado entrenador de los entonces llamados “potrillos” y dueño de un prestigio ganado en base a sus propios méritos: sapiencia, responsabilidad y profesionalismo a la hora de ponerse el buzo de técnico. Como persona, ni qué decir.
Calderón se fue al cielo junto a sus pupilos con los cuales estaba a un paso de ganar el título nacional de 1987. Dios decidió recoger antes de tiempo a los miembros de ese fatídico vuelo, pero hubo también personas que no viajaron a Pucallpa por cosas del destino. Los jugadores Juan Reynoso, Richard Garrido, Javier Castillo (fallecido hace algunos meses por una penosa enfermedad), Benjamín “Colibrí” Rodríguez y César Espino, integrantes del primer equipo, no tomaron aquel vuelo sin retorno por lesiones y suspensiones. “Eran como mis hermanos, no puedo creerlo, sin ellos será difícil que vuelva a jugar”, dijo entre sollozos el “cabezón” Reynoso, entonces joven zaguero, cuando se enteró de la desgracia de sus compañeros.
El ahora defensa del Cruz Azul de México no fue a Pucallpa porque Calderón lo descartó por una lesión. A César Espino lo salvó una tarjeta roja que le mostraron ante San Agustín en la fecha anterior. De no haber sido expulsado ante los “santos”, Espino hubiera sido titular en Pucallpa y jamás hubiera regresado. Garrido y el finado Castillo no viajaron por lesión. Dios quiso que ellos se salvaran. Lo contrario sucedió con José Gonzales Ganoza, José Mendoza, César Sussoni, Tomás Farfán, Ignacio Garretón, Daniel Reyes, Milton Cavero, Braulio Tejada, Gino Peña, Aldo Chamochumbi, Luis Escobar, José Casanova, Carlos Bustamante, Johnny Watson, Luis Escobar y Alfredo Tomassini, víctimas del Fokker.
¡Qué rápido pasa el tiempo!. Cuando recordamos dicho acontecimiento todavía derramamos algunas lágrimas, apenados porque a veces Dios se equivoca y se lleva a gente inocente con futuro prometedor. El fútbol peruano y en especial Alianza Lima no pueden resarcirse de este suceso funesto que no será fácil olvidar. Estos muchachos nos tomaron la delantera aquel 8 de diciembre de 1987, pero nadie puede dudar que ese gran vacío que dejaron no ha podido ser cubierto hasta ahora. Nuestro más profundo homenaje a los se fueron para no regresar y a los que sólo queda recordar a la distancia. (VAZM)
